ISABEL
UNA DESPEDIDA Y UN COMIENZO
El jueves compartí con mis
estudiantes de Lengua Española II del
Grado en Humanidades posiblemente la que ha sido la mejor clase desde que soy
docente en la UAH. Sin duda la mejor clase del curso. No tengo aún mucha práctica,
ni costumbre, de reflexionar conscientemente sobre mi actuación docente, pero, el
jueves, el hecho de que fuera una clase emocional e intelectualmente intensa, y
el hecho de tener hora y media en el tren me empujaron a hacerlo.
Tras dos años con este grupo
(aunque ha habido abandonos del Grado, y sobre todo, ha habido incorporaciones
valiosísimas), puedo afirmar que son un gran grupo de estudiantes. Se han
asomado por primera vez a la lengua desde el punto de vista de la lingüística
formal, con premisas de análisis científico, con un punto de vista a veces
interlingüístico, que no siempre es fácil de adoptar para ellos…. y lo han
hecho con curiosidad, con reflexión, con capacidad de hacer buenas hipótesis
(de hecho a algunas de ellas les hemos puesto los nombres propios de los
creadores) y siempre con expectación (con esa cara de ¿a ver qué nos propone
hoy…? que tanto me gusta). Son, sobre todo, personas a las que respeto, que me
han enseñado cosas y que me han sorprendido varias veces. Personas sobre las
que tengo grandes expectativas y a muchas de las cuales aprecio personalmente. Son,
en definitiva, las personas con las que he compartido los dos primeros años que
he pasado en la UAH y no los olvidaré... Pero volvamos a la clase.
¿Por qué creo yo que ha sido la
mejor clase del año? ¿Por qué ha sido la última antes de Navidad? Sin duda eso
ha contribuido. Saber que es la última clase crea un clima emocional propicio
para la valoración de lo positivo, para relajar el estrés, para fomentar la
emotividad y la sensación de pertenencia. Pero creo que ha sido algo más.
El jueves construimos un tipo de
clase que creo que refleja el modo de trabajo en el que me siento más cómoda. Una
clase (una hora en principio, que se convirtieron en dos sin que se marcharan más
que tres personas J ) dedicada a plantear una sola noción: la noción de oración. En las clases anteriores habíamos
trabajado sobre qué es un sintagma, y sobre todo, por qué se propone la
existencia de esta unidad (esto nos costó… entender la “existencia” de los
sintagmas como una hipótesis sobre cómo funciona el componente sintáctico, y no
como un objeto que podamos observar directamente… y que existe –y se estudia– “porque
sí, porque si está en los libros será importante”…). Y habíamos definido sintagma como el conjunto de palabras estructurado
en torno a un núcleo que le da su categoría, y que guarda una relación de
dependencia con otro núcleo/sintagma. En este contexto, la pregunta con la que
abrimos la clase del jueves fue: si el sintagma
es la unidad primitiva de la sintaxis ¿qué es la oración? ¿cuál es su
núcleo? ¿es un sintagma sin núcleo? ¿es otra cosa? ¿queremos decir que la
sintaxis maneja dos tipos de unidades básicas: sintagmas y oraciones? ¿qué
teoría es mejor: una teoría con un solo tipo de primitivo o con dos? ¿es este
un problema empírico o se pueden evaluar las hipótesis en función de su
adecuación explicativa? Este fue el punto de partida. El punto de llegada, el
SC (Sintagma Conjunción, como lo llamamos; Sintagma Nexo, como lo llamaron
ellos…). Entre ambos: interrogación y diálogo reflexivos, mucha tiza, miradas de
interés, caras de expectación por cómo iba a seguir el razonamiento, y por
encima de todo preguntas oportunísimas e inteligentísimas: ¿se puede proponer la existencia un núcleo
nulo si nunca se realiza explícitamente -i.e. cuál es el núcleo del SC en las
oraciones matrices/no subordinadas-? ¿puede que la noción de oración no sea
relevante en la sintaxis pero sí en la semántica (proposición)? ¿son los ‘nombres’
de las oraciones entonces meras etiquetas descriptivas?... (algunas de estas
preguntas son resultado de mi “traducción dialógica”, otras me las preguntaron
tal cual… son buenos… os lo dije). En suma, pensamiento científico en estado
puro.
Pero lo que más me sorprendió, lo
que me ha llevado a hacer esta reflexión, fue su entusiasmo al ver que se daban
cuenta de que cosas que habían aprendido con anterioridad “porque sí” tienen un
porqué “de verdad”, y también el percibir en ellos la sensación de que de
pronto “todo encaja”, como en un puzzle. Creo que entendieron qué era lo que ya
sabían, que era lo nuevo que estábamos intentando construir, como esto
constituía un avance en su conocimiento y porqué ese avance era relevante
(creo, en definitiva, que estábamos plenamente en la ZDP, al menos respecto a
algunos de ellos).
Y entonces ocurrió algo inesperado
para mí. Algunas personas “miraron hacia atrás en el tiempo”: “¿Pero por qué no
nos han explicado esto así antes?” “Así tiene mucho más sentido” “¿Pero si todo
eso está mal, por qué no los cuentan?”…
Después de esto, despedidas
navideñas y un “hasta pronto”. Y aunque es cierto que nos volveremos a ver,
este texto, me doy cuenta, es una despedida: mis querid@s
chic@s del Grado en Humanidades, cursos 2011-2012, 2012-2013, hasta siempre.
Pero esta despedida encierra un comienzo. Creo haber encontrado un modo de
dar clase que me permite desarrollar lo que creo que a día de hoy hago menos
mal en mi práctica docente y que conecta también con mi actividad investigadora:
el modelo de enseñanza reflexiva.
He decidido editar este post y añadir esto: realmente no sé si en esta clase que describo estábamos solo siete personas (de las que puedo afirmar todo lo que digo arriba) o el grupo entero... Pero esto es un tema para otro post...
Si a alguien le interesa, os dejo
la bibliografía que nos pasó José Luis Medina (UB) en el taller impartido en el
MADU sobre el modelo de enseñanza reflexiva en el EEES. Para mí es el comienzo
de un camino por explorar.
1. Bárcena, F. (1994). La práctica reflexiva en educación. Madrid: Complutense.
2. Brockbank, A. y McGill. (2002) Aprendizaje reflexivo en la educación superior. Madrid: Morata
3. Havery, L. Y Knight (1996) Transforming higher education. London: Open University Press.
4. Knight, P. (2995) El profesorado de educación superior. Madrid: Narcea
5. Perrenoud. P ((2004) Desarrollar la práctica reflexiva en el oficio de enseñar. Barcelona: Graó.
6. Peters, J. (1987). La reflexión: un concepto clave en la educación del profesor. Revista de Educación(282), 191‐201.
7. Schön, D. (1992). La formación de profesionales reflexivos. Hacia un nuevo diseño de la formación y el aprendizaje en las profesiones. Madrid: Paidós MEC.
Como mera anécdota para cerrar este post. En el propio taller de José Luis Medina, nos hablaron de un profesor de física, considerado uno de los mejores profesores de la UB, que construye pizarras como estas... (calificadas por sus alumnos como hipertextos). Paradógicamente, el otro día encontré esta misma foto en una web que se llama "desmotivaciones" (o similar). Qué curioso...